martes, 25 de diciembre de 2012

Un itinerario mitológico


La Piazza de la libertá es un espacio que celebra la conquista de la unidad italiana en el siglo XIX. En ella se ubica un arco del triunfo, elemento arquitectónico romano que expresa una victoria, en su origen militar. Ha quedado como uno de los símbolos más claros para expresar una victoria, normalmente política. En esta plaza puede haber algunos elementos mitológicos que precisan una indagación.
Desde la Piazza de la libertà nace una de las arterias principales del casco antiguo de Florencia: la Via Cavour que conduce a San Marco, al palacio Medici-Riccardi y, finalmente, a la Piazza del Duomo, pero si seguimos su vertical llegaremos a la Piazza della Signoria.
Si avanzamos por Via Cavour dejaremos a la izquierda la iglesia de San Marco, de los dominicos, símbolo de la escolástica -con el sepulcro de San Antonino de Florencia-; símbolo del sencillo y profundo a la vez cristocentrismo de los frescos de Fran Angelico; símbolo del humanismo cristiano -tumba de Pico de la Mirandola-; filológico -tumba de Poliziano; y del antihumanismo -Savonarola salió del convento para su ejecución.
Pronto, a mano derecha, descubriremos la mole pétrea del Palacio Medici-Riccardi, primer palacio de la dinastía. Si nos asomamos a su interior descubriremos una estatua: la del dios Apolo: protector de las ciencias y las artes. El dios Apolo nos está diciendo que aquel lugar fue un espacio de cultura, como así fue. Más espacios mitológicos hay en el interior del Palacio, pero hace falta introducirse en él, no se ven desde fuera.
Desde la esquina del palacio asoma la plaza de San Lorenzo, con la iglesia de Bruneleschi, parroquia de los Médicis. Allí se encuentra un espacio prodigioso: el mausoleo de Miguel Ángel.
Pero seguimos por Cavour y llegamos al espléndido batisterio y a la espléndida catedral. Es el ámbito religioso más importante de la ciudad: batisterio, con la puerta del paraíso de Ghiberti, la cúpula de Bruneleschi, el campanile de Giotto...
Seguimos adelante, no sin descubrir a lo lejos Or'sanmichele, un edificio representativo de los gremios medievales, que encomiendan a Dios y a los santos sus negocios.
Y llegamos a la Piazza della Signoria, espacio intensamente político, con el segundo palacio mediceo, el Palazzo Vecchio y las oficinas de su administración -gli Uffizi- hoy albergante de uno de los museos pictóricos más célebres del mundo.
La Piazza della Signoria es un museo al aire libre: la Loggia del Lanzi, con escenas de combates y espectadores, Hércules y Caco, el David, Judit y Holofernes, Neptuno y su corte y, finalmente, Cosimo I. Tres decapitadores: Perseo, David y Judith, dos de ellos con la cabeza de su víctima en la mano; un hombre ha decapitado a una mujer; un joven ha decapitado a un gigante; una mujer ha decapitado a un hombre. Símbolos claros de poder. Quien corta la cabeza vence por completo. El pequeño -David, Judith- puede vencer al grande.
Estamos por tanto en el espacio público más importante de Florencia por su interacción mitológica. Muchos tesoros mitológicos pueden verse al interior del Palazzo vecchio, en el museo degli Ufizzi, y en el Palazio pitti al que conduce el corridoio vasariano, pero en la propia piazza della signoria puede verse al aire libre todo un programa iconográfico.
Héroes mitológicos, héroes bíblicos y, finalmente, Cosimo I. El programa iconográfico concluye con la exaltación de la dinastía reinante.
La galería de los Uffizi deja abierto un espacio donde estatuas de ilustres florentinos por nacimiento o residencia asombran al visitante (instruido), y llegamos hasta el Arno, que podremos cruzar por el ponte vechio, para seguir la estela vasariana.
Poco después de dejar el puente nos topamos con un joven desnudo del que podemos aprender que es Baco. Y enfilamos hacia el Palazzo Pitti, cuyas riquezas hace falta escrutar en su interior.
Muy cerca del Palazzo Pitti llegamos a otra iglesia. Conocemos a su artífice: Bruneleschi, del que hemos visto San Lorenzo y después la cúpula del duomo. Ahora encontramos la espléndida iglesia de Santo Spiritu: una triunfante recuperación de las formas antiguas.

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